miércoles, 9 de abril de 2008

Debate en torno a la reforma energética

La disputa en torno a la reforma energética se perfila complicada, vista desde tres planos: el técnico, el político y el comunicativo. Una evaluación preliminar de conjunto pone en situación difícil al Gobierno federal y con una ventaja relativa a sus opositores, particularmente al excandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador.


Hechos

El día 25 de marzo, en el Zócalo de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador da a conocer que tiene listo prácticamente un “ejército” -en principio integrado por 56 agrupamientos con 28 mil brigadistas hombres y mujeres- para la resistencia civil pacífica, que entrará en acción una vez que se presente la reforma energética en el Congreso.

Dos días después, el senador Manlio Fabio Beltrones da a conocer la postura de los legisladores priistas. Critica la indefinición y los titubeos del Presidente de la República en torno al envío de su propia iniciativa de reforma. Asimismo, señala que los priistas rechazarán cualquier intento de privatizar el petróleo y de ser colaboracionistas con el gobierno panista.

El día 28, el presidente del PRD, Leonel Cota Montaño, dice que establecerán contactos con la dirigencia nacional del PRI y del Partido Alternativa Socialdemócrata para establecer un “frente común”: “no habrá alianza, no hay en la dimensión del partido ninguna alianza; es una coincidencia y, desde luego, en esa perspectiva la posibilidad de estar juntos en las instancias del Congreso para no dejar pasar la iniciativa de privatización”.

Dos días después (el 30), la secretaria de Energía, Georgina Kessel, y el director general de Pemex, Jesús Reyes Heroles presentan a los medios de comunicación el documento “Diagnóstico: situación de Pemex”. En dicho documento se diagnostica en crisis a la empresa. La secretaria considera que “habrá una iniciativa en la medida que logremos tener un mínimo consenso con respecto al paquete de soluciones que se pueda dar para fortalecer a Petróleos Mexicanos”. Al día siguiente, el coordinador de los senadores del PAN, Santiago Creel indica que la iniciativa de reforma energética no la va enviar el presidente Felipe Calderón, sino los legisladores del PAN; la iniciativa se hará a partir del diagnóstico realizado por la Secretaría de Energía.

El 1 de abril, el Frente Amplio Progresista (FAP) considera incompleto el diagnóstico y propone iniciar un debate nacional sobre el tema. En este sentido coincide el coordinador de los senadores del PRI, Manlio Fabio Beltrones, quien considera que los políticos ya hablaron demasiado y que ahora es tiempo de que el debate se deje a técnicos y científicos. Asimismo, critica al Presidente por eludir la responsabilidad de enviar al Congreso su iniciativa y dejar que los legisladores del PAN se hagan cargo.

Al siguiente día, la secretaria de Energía, Georgina Kessel, y el director general de Petróleos Mexicanos, Jesús Reyes Heroles se reúnen con los legisladores priistas para escuchar observaciones. Los legisladores critican el diagnostico que hicieron sobre Pemex; el senador Carlos Rojas Gutiérrez apunta que: “El estudio confirma una visión catastrofista para la actividad petrolera; esto no nos sorprende, obedece a una vieja práctica de ahogar a las instituciones para luego desprestigiarlas, y luego tratar de solucionar el problema con propuestas como las que ahora nos dicen que hay que acompañar con inversión privada a Pemex. ¿Qué hicieron, qué le pasó a Pemex, cuando en el año 2000 era la empresa número seis del mundo y ahora es la undécima? ¿Qué hicieron con más de 45 mil millones de dólares de recursos de los excedentes petroleros? ¿Quién tomó esas decisiones?”.

Finalmente, ante el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN), el presidente Calderón dice: “frente a la tentación de eludir los problemas para evitar los costos políticos, mi gobierno ha optado claramente por enfrentar los problemas del país y resolverlos”. Claudio X. González, presidente de la CMHN señala, por su parte, que “es imprescindible” que a partir del diagnóstico de Pemex tanto el Legislativo como el Ejecutivo “se pongan de acuerdo y logren los cambios necesarios para que México cuente con una industria petrolera moderna, eficiente y capaz de desarrollarse competitivamente, y que ayude a acelerar el crecimiento del país”.


Análisis

El análisis de la reforma energética puede realizarse desde tres planos complementarios que permiten ver la dificultad de este tema en el debate nacional:

A) El diagnóstico gubernamental intenta cubrir la parte técnica del debate. Es decir, trata de poner en claro cuál es la situación de la industria petrolera nacional a partir de lo que se espera de ella en el futuro (máxime cuando se piensa que los ingresos provenientes de la venta del crudo representan una parte significativa de los recursos de los que dispone el Estado). No obstante, el problema del diagnóstico viene del origen de su elaboración. Si bien es deseable que el Gobierno federal recurra a los “expertos” para hacer una evaluación (punto de partida indispensable de cualquier política pública), corre el riesgo de ser poco creíble porque se piense que contiene un sesgo en la interpretación. Quizás la debilidad del documento presentado por la Secretaría de Energía sea que no delegó su hechura en alguna institución ajena a la disputa, lo cual le hubiera inyectado una buena dosis de legitimidad al proceso mismo de negociación (aunque también corría el riesgo de que las conclusiones obtenidas distaran de lo necesitado para plantear una iniciativa en particular).

B) Cualquier reforma energética se enfrenta a la factibilidad política; dicho en otros términos, a la posibilidad efectiva de que la reforma buscada por el Gobierno federal y su partido sea aprobada. No es nuevo el panorama adverso que enfrenta en el Legislativo una posible reforma: aunque las elecciones internas en el PRD hayan distraído la atención de la protesta contra los intentos “privatizadores” de la industria petrolera nacional, la línea de acción de ese partido desde 2006 permite suponer su oposición a cualquier cambio; ante esta postura, la única salida a mano es el voto del PRI, partido que ya ha hecho notar que no está dispuesto a ceder ante una iniciativa no presentada, de la que apenas se conocen indicios, mucho menos lo estará si cuando se presente, encuentran en ella señales de enajenación de los bienes públicos. No está de más recordar que ese partido tiene intereses muy fuertes en Petróleos Mexicanos, habida cuenta de que el sindicato de esta empresa tiene militancia probada en él. Así las cosas, la disputa en torno a la reforma energética parece seguir dos caminos encontrados hasta ahora: entre el Gobierno federal, PAN y PRI, la idea es lograr un rápido acuerdo aprovechando su representación mayoritaria; la postura de AMLO y el FAP, por oposición, será impulsar una discusión un poco más amplia con otros grupos sociales y con una duración mayor a fin de vetar cualquier “intento privatizador”.

C) Finalmente, un punto en contra de la posición gubernamental es la estrategia comunicativa. Primero, resulta casi imposible defender una postura propia cuando no se sabe qué postura es (no hay iniciativa todavía en el Congreso); segundo, en tanto hay un fuerte vacío en cuanto a lo que el Gobierno pretende, ha logrado concitar un rechazo inicial a dicha iniciativa ausente (que se supone “privatizadora”), rechazo que es de distinto calibre en el PRI y en el PRD; y tercero, como el debate está literalmente en el aire (es decir, no hay sobre qué debatir en el Legislativo), los ejes para la disputa los han puesto los opositores al presidente Calderón, siendo en ello muy exitosa la movilización emprendida por López Obrador. Cabe destacar que, a excepción de unos spots muy discutidos, el Gobierno no parece tener definida una campaña de promoción que trate de convencer a la muy dividida opinión pública (en buena medida, cabe insistir, porque no hay materia de discusión).


Horizontes

A diferencia de otras reformas, la que se anuncia este año se prevé muy complicada: el clima político y de opinión, así como la inacción gubernamental y los escándalos vinculados al tema (como el del secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño) pronostican un camino arduo que puede llevar a la primera gran derrota del presidente Calderón, en una de las más importantes reformas que se haya propuesto para su mandato.

Cabe decir que el avance de este intento de “veto” por parte de López Obrador se muestra como un episodio más del entrampamiento del avance democratizador en México por problemas que afectan la gobernabilidad; en ese sentido, la falta de acuerdos entre la elite política, en relación con este tema tan polémico, revela un problema más serio aún, referido al poco reconocimiento y aceptación de las reglas del juego democrático, de las instituciones y de sus funciones básicas como el único camino posible para la perdurabilidad de la democracia.

5 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

La discusión y aprobación de la reforma energética sigue dos caminos:
Por parte del gobierno federal y dos partidos políticos (PAN y PRI)es lograr un rápido "acuerdo cupular" entre ellos a partir de su discusión, modificación y posterior aprobación en el Congreso de la Unión, aprovechando para ello su representación en ambas cámaras y de alguna manera acallar a la oposición partidista (en especial al FAP), con una mínima discusión con otros sectores de la sociedad. Para convencer a una amplia parte de la sociedad el gobierno intenta proponer una reforma atractiva para los ciudadanos a partir de comprometer las ganancias obtenidas para mitigar la pobreza y permitir pequeñas inversiones en ese sector al ciudadano de manera individual.
En cambio, la postura de AMLO y el FAP sería impulsar una discusión un poco más amplia con otros grupos sociales y con una duración mayor de tiempo de dicha reforma, con el fin de lograr modificar la propuesta que resulte de la negociación del presidente Calderón y los dos partidos (PAN y PRI) a fines a su gobierno. Aunque su formato de participación no ha trascendido más allá de la protesta o "resistencia pacífica", un tanto desarticulada, intolerante y excluyente de opiniones diferentes a las suyas.

Silvia dijo...

El debate sobre los contenidos de la reforma energética, como apunta el análisis, era prácticamente imposible por falta de materia (y falta de una buena estrategia de comunicación). El resultado de esa larga incertidumbre llevó a un debate en el que todos los actores buscaban la autoría de la “defensa del petróleo como no privatizable” y a poco más que a “caldear” ánimos. Hoy, una vez tomadas las tribunas en el legislativo parece que el “al diablo con las instituciones" de AMLO esta ganando espacio (para sacar el debate del legislativo) sin que el gobierno de Calderón dé con una fórmula ni una alianza para detenerlo. Mas grave aún, mostrando un episodio mas del entrampamiento del avance democratizador en México por problemas que afectan la gobernabilidad, en particular la falta de acuerdos entre la elite política -no tanto o no solo- en relación a la reforma energética en particular, sino en primera instancia del reconocimiento y aceptación de las reglas del juego democrático; de las instituciones y de sus funciones básicas como el único camino posible.